Hace tiempo publiqué un microrrelato con este mismo título en la sección homónima del blog pero, de unos meses para acá, se me antojó alargarlo o, por lo menos, utilizar al mismo protagonista; además del título. No negaré que me encanta su nombre... y más me gusta hacer sufrir a esta
criaturita. Lo siento Tianyel, hijo mío, pero creo que vas a tener un futuro un tanto desafortunado.
En resumidas cuentas, que me salió un relato pequeñito que nada tenía que ver con el que me inspiró. Así que os traigo las dos versiones: la antigua y la nueva. ¡Brindad por Tianyel, a ver si tiene mejor suerte que la que le espera! 🍻
~Versión 1~
Osado, Tianyel arrojó la alabarda y se arrancó la maltrecha armadura.
Ahora se sentía preparado para enfrentar su mortal sino.
Ahora se sentía preparado para enfrentar su mortal sino.
~Versión 2~
El eco de aquellas parsimoniosas pisadas, cada vez más cercanas, hicieron que a Tyaniel se le erizara el vello de la nuca. «¡Se me acaba el tiempo!», pensó, angustiado, mirando en derredor los trozos desperdigados de su daga favorita. El ataque más mortífero que pudo ejecutar, ni siquiera sirvió para agrietar la cubierta de grana y filigranas de oro del grimorio que descansaba sobre el siniestro pedestal de huesos.
Arrojó con furia y desesperación la empuñadura enjoyada. Las sombras danzaban furiosas por la caverna con cada febril movimiento.
—¡¿Cómo se les ocurrió enviarme a mí, un simple soldado sin formación mágica, a destruir esta maldita cosa?!
—Porque eres un inútil y quieren deshacerse de ti —tronó una voz altiva y opaca a sus espaldas.
Tyaniel se giró hacia la boca del túnel pero, el hechicero, envuelto de pies a cabeza por una sedosa túnica negra como un cielo sin luna ni estrellas, ya había lanzado un poderoso encantamiento contra él. La recia armadura que portaba, se resquebrajó con la misma facilidad con la que se dividió el cuerpo del joven antes de rozar la fría roca bajo sus pies.